Ayer nada más hablábamos de los asesinatos producidos en la región de Bajo Aguán, donde Honduras alberga un valle rico y fértil que forma parte de una tierra que vale millones y millones de dólares.
En este valle, están las mejores tierras de América Central, ya que se puede cultivar todo lo que un ser humano pueda necesitar.
Por parte de los activistas y miembros de cooperativas campesinas, los asesinatos se están produciendo por causas políticas. Al parecer, la razón de los conflictos en Honduras, fueron los cambios legales de los años 90, que dejaron fuera de la posibilidad de comprar tierras a las cooperativas agrarias de la región, debido a lo devastado que dejaron los terrenos. Entonces, uno de los empresarios más ricos de Honduras, Miguel Farcusse, propietario de Exportadores del Atlántico, tomó ventaja de la ley y adquirió muchas tierras.
La apropiación de tierras en los años 90 estuvo envuelta de corrupción y violencia, secuestros, malas prácticas y ventas a destajo de tierras a los más ricos, que estaban en el corazón de una iniciativa del Ex Presidente Zelaya. Cuando se decretó investigar los títulos de propiedad para determinar autenticidad y validez de las transacciones, se produjo el Golpe de Estado que derrocó a este presidente.
Como consecuencia de todas las irregularidades, las tierras agrícolas más deseables de Honduras son hoy propiedad de sólo el 1% de la población. Las cooperativas y colectivos agrícolas que hoy reclaman derechos, se formaron por los años 60 y 70, y como han comenzado a reclamar, muchos terratenientes contrataron guardias armados, que actúan con impunidad y violencia.
El gobierno acusa a los colectivos de agricultores de uso de armas, pero hay poca evidencia para respaldar esas acusaciones, y según algunos informes, el propio Farcusse contrató a unos 150 paramilitares colombianos como base para su ejército privado.
Producto de todo este problema, las autoridades estatales, llegaron a un acuerdo en el 2010, donde 11.000 hectáreas de tierra serian devueltas y distribuidas a los colectivos agrícolas, entre otros beneficios sociales que tienen que ver con salud y educación para los campesinos. Pero como una cosa es lo que se escribe y otra la puesta en marcha de un acuerdo, al ponerse en marcha este acuerdo, Farcusse y otros negociaron sus propias condiciones con los representantes seleccionados por ellos de estas organizaciones campesinas, y en junio del 2011, se llego a un acuerdo que reduce los terrenos a redistribuir, a 4.000 hectáreas.
La estrategia de los terratenientes ha sido dividir al movimiento campesino, compuesto por 28 colectivos, de los cuales 24 pertenecen al MUCA y otros a MARCA. Con todo este conflicto vivo, pienso en lo temerario que es para un campesino y su familia, regresar a tierras que están hoy dominadas por escuadrones de la muerte.