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En palabras de María, “una característica de las mujeres campesinas es que tienen miedo y poca confianza en sí mismas.

Por eso, nosotras pensamos que lo primero que hay que hacer, entre las mujeres, es una gran labor de concienciación, educación, orientación y hacerles ver que nosotras mismas podemos llegar muy lejos, podemos organizarnos y trabajar unidas para obtener beneficios que reviertan en nosotras mismas, en nuestras familias y en la realidad de Honduras”.

Con su trabajo, AHMUC lucha, entre otros objetivos, por la equidad de género, para que las mujeres campesinas puedan tener acceso a la tenencia de tierras o acceso a la adquisición de crédito sin necesidad del beneplácito del marido, del hombre en definitiva”.

Con un apoyo institucional casi inexistente, AHMUC está consiguiendo pequeñas metas que, para las mujeres campesinas de Honduras, están siendo de vital importancia.

Según María, el inexistente apoyo recibido del gobierno y municipalidades hondureñas, se compensa con el fuerte e importante soporte, tanto económico como de organización, que AHMUC recibe de entidades como la Assemblea de Cooperació per la PAU y, también, por parte de administraciones locales de lugares como Burjassot.

En palabras de Paulina, “allá, es casi imposible que nos reciba un alcalde. Aquí, sin embargo, hemos sido recibidas y tratadas con una gran amabilidad, por parte de responsables universitarios, autoridades y por todas las personas con las que hemos podido compartir nuestra realidad”.

Mañana, María volverá a coger un avión que le llevará de vuelta a su país. Pero el miedo ha pasado ya y se ha convertido en alegría, satisfacción y orgullo de ver cómo el trabajo que día a día realiza por todas las mujeres de su país, va obteniendo cada vez más frutos. 

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