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Todo lo anterior mezclado con rico patrimonio étnico, especialmente el de los pueblos garífunas (negros caribeños) y el patrimonio arquitectónico colonial y neocolonial del momento de la conquista y del auge bananero. ¡Qué belleza de país!

En Honduras, el turismo ocupa el tercer lugar en la captación de divisas.

Tal afirmación está basada en los estudios ejecutados por el Banco Central de Honduras y los análisis realizados vía encuesta en los sitios visitados, los que estiman que el país percibe más de 500 millones de dólares anuales sólo de este importante rubro.

Nuestro país cuenta con mucha diversidad natural y cultural, rodeada de ciudades modernas con una prestación de servicios turísticos que sirven de apoyo.

También posee una vasta herencia arqueológica de la era prehispánica, ya que el país fue punto de confluencia entre el área cultural conocida como Mesoamérica y el Área Intermedia, por lo que en este punto de encuentro se produjo un híbrido que vuelve interesante y compleja la arqueología precolombina del país, descollando por supuesto los sitios mayas de Copán y El Puente, parques arqueológicos de primer orden, aunque en todo el país y en sus museos es posible sentir y observar la presencia prehispánica con hallazgos tan recientes como los de las Cuevas de Talgua o los misteriosos petroglifos de Ayasta, Río Plátano y Patuca.

Pero eso no es todo, ya que el visitante nacional y extranjero puede disfrutar de la arqueología colonial: más de trescientos años de historia colonial hispánica que dejó su huella en las numerosas construcciones religiosas, civiles y militares; más de un centenar de iglesias con ricas improntas y en su interior rica imaginería, platería y pintura que habla por sí sola de la importante explotación minera que vivió la antigua Provincia de Honduras.

Comayagua, Yuscarán, Tegucigalpa, Omoa, Trujillo y Gracias son algunos de los mejores ejemplos de este patrimonio.

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